Fumar tabaco parece un hábito cotidiano e inofensivo, pero esconde una potente adicción, cambios cerebrales y un ciclo difícil de romper.
El consumo de tabaco no tiene nada de simple, ni en sus efectos ni en sus consecuencias. Aunque fumar parece un acto cotidiano, rápido y hasta placentero, esconde una compleja interacción entre la química de la nicotina, el sistema de recompensa del cerebro y factores sociales que refuerzan su consumo. Esta combinación convierte al tabaco en una de las sustancias más adictivas y difíciles de dejar.
Lo que ocurre al fumar: nicotina y adicción
Fumar cigarrillos es la forma más común de consumir tabaco, pues se le agregan cientos de compuestos que acentúan su sabor y mejoran la absorción de la nicotina, haciéndolo atractivo y práctico.
Al inhalar el humo del tabaco, el fumador promedio absorbe 1 a 2 miligramos de nicotina por cigarrillo, sustancia que alcanza rápidamente los niveles máximos en sangre e ingresa al cerebro. Un fumador habitual, aspira hasta 10 veces un cigarrillo en los escasos 5 minutos que lo mantiene encendido. Esto significa que al fumar diariamente un paquete de 20 cigarrillos estimuló su cerebro con nicotina unas 200 veces al día.
Inmediatamente después de fumar se produce una “subida”, debido a que provoca una descarga de adrenalina, estimula el cuerpo y provoca un aumento de la presión sanguínea, la respiración y el ritmo cardíaco. Al igual que otras drogas, la nicotina también activa los circuitos de recompensa del cerebro, los cuales regulan el refuerzo de la conducta de fumar.

Placer momentáneo y trampa
Cuando se administra nicotina, la gratificación en el cerebro genera un estado de euforia leve y momentánea, una sensación de bienestar. Sin embargo, la exposición repetida altera la sensibilidad e induce cambios en otros circuitos del cerebro vinculados al aprendizaje, al estrés y al autocontrol.
La forma en que el organismo procesa esta sustancia contribuye a desarrollar una adicción: cuando el humo del cigarrillo ingresa en los pulmones, pasa al torrente sanguíneo y llega rápidamente al cerebro, la nicotina alcanza su nivel máximo a los 10 segundos de la inhalación.
Sin embargo, los efectos agudos de la nicotina también se disipan con rapidez, junto con la sensación gratificante que produce; la brevedad de este ciclo impulsa al fumador a seguir fumando para mantener los efectos placenteros y evitar los síntomas de abstinencia.
Si bien la nicotina puede estimular algunos aspectos cognitivos, como la capacidad para mantener la atención y memorizar la información, fumar se asocia con disminución cognitiva y riesgo de contraer la enfermedad de Alzheimer, lo cual sugiere que las “mejoras” que produce en lo inmediato no se compensan con las consecuencias negativas que tiene para el funcionamiento cognitivo a largo plazo.
Para muchas/os fumadores, el tocar, oler y mirar un cigarrillo, junto con el rito que implica conseguirlo, tomarlo, encenderlo y fumarlo, son factores que se asocian con los efectos placenteros del cigarrillo y pueden agudizar los síntomas de abstinencia o el deseo intenso de fumar. Estos procesos mantienen y refuerzan el sistema de recompensa del cerebro, algo similar a lo que ocurre con otras adicciones.
Síntomas y efectos negativos del consumo de tabaco
Cuando el consumidor habitual experimenta la falta de nicotina por un largo período, puede comenzar a sentir irritabilidad, deseo de consumo, depresión, ansiedad, déficit cognitivo y de atención, trastornos de sueño y aumento del apetito. Los síntomas pueden comenzar a las pocas horas de haber fumado el último cigarrillo.
Además, las personas con abstinencia de nicotina pueden tener déficits neurocognitivos, problemas de atención o memoria, y afectación en el sueño. Para “evitarlos” siguen fumando, lo que genera un círculo vicioso en relación a los síntomas.
Muchos de quienes hoy son fumadores quieren dejar de fumar, y cada año la mitad de ellos se propone hacerlo de forma permanente; sin embargo, un pequeño porcentaje alcanza la meta. Algunos se motivan a dejar el tabaco buscando mejorar su salud, bajar los costos económicos o simplemente porque ya no desean tener síntomas incómodos como los respiratorios o los presentes a la hora de hacer un esfuerzo.
Aunque muchas veces sus efectos no se notan de inmediato, el tabaco daña progresivamente tu salud y apariencia. Te invitamos a profundizar en nuestro artículo “Fumar: Belleza y Salud en Riesgo”, donde exploramos cómo este hábito impacta tu piel, tu cuerpo y tu bienestar general.
El desafío de superar la abstinencia
Cuando una persona deja de fumar, los síntomas de abstinencia pueden ser intensos los primeros días posteriores al último cigarrillo fumado y, por lo general, disminuyen en unas pocas semanas. No obstante, depende de cada persona lo llevadero que sea.
Las terapias de reemplazo de nicotina como los chicles, los parches y los inhaladores, así como otros medicamentos aprobados, contribuyen a aliviar las molestias de la abstinencia. Las terapias conductuales ayudan a identificar las conductas asociadas, aplicar estrategias para evitarlas y manejar los sentimientos que surgen cuando no se pueden evitar.

Dejar de fumar requiere ser perseverante, por eso la sugerencia es que no te habitúes al uso del tabaco, porque puede ser complejo e ingrato.
Si necesitas apoyo o más información para dejar de fumar, puedes llamar al 1412 Fono Drogas y Alcohol o chatear con especialistas en el sitio de SENDA: www.senda.gob.cl/orientacion
También puedes interactuar con SARAH una asistente basada en la IA de la Organización Mundial de la Salud.
“El contenido expuesto se proporciona sólo con fines informativos y no constituye consejo médico o de tratamiento. Si tú u otra persona que conoces presenta dificultades de salud mental, es importante solicitar ayuda. Encuentra información en la sección: Canales de Ayuda de nuestra plataforma”.
Fuentes:
- NIDA. (2021). Introducción: Adicción al tabaco – Reporte de investigación .
- NIDA. (2025). ¿En qué consisten los tratamientos para la dependencia del tabaco?.
- NIDA. (2020). ¿La nicotina es adictiva?.